Ponencia: el curso de Literatura infantil y juvenil en los programas universitarios de Educación

«Si el objetivo del arte literario es divertir, emocionar, dar placer, provocar recuerdos, establecer diálogos, la literatura infantil, más aún, debe ser el lugar donde se valorice el lenguaje y la imaginación, dejando de lado lo que es objetivo científico, para trabajar con la contradicción y el extrañamiento. Eso no significa, de ningún modo, un texto caótico e incoherente, porque la literatura tiene una lógica interna […] La función de la literatura será rebelarse y usar creativamente el lenguaje proporcionando placer y sentimiento de libertad».

El problema es que escribir para niños casi parece una moda, y en medio de la cantidad de obras que se publican es preciso elegir bien. Aquí ya podemos ver la importancia de la primera columna, poder trabajar desde la selección de libros nos obliga a tener antes una formación literaria.

Por otro lado, no hay que ocultar el lado problemático de la dependencia con las editoriales, cito dos ejemplos, uno nacional que sucedió en marzo y otro de Chile de este mes de abril: en el primer caso observábamos cómo representantes de algunas editoriales transaban la exclusividad de sus libros en los colegios con la condición de dar un porcentaje a los responsables de elegir qué libros deberían usar los alumnos.

Toda oferta es válida en tanto es  considerada y trabajada por docentes que sepan no solo elegir, sino también disfrutar y hacer disfrutar esos libros si realmente merecen la pena. La otra alternativa es recurrir a los libros usados, algo que no tiene nada de malo y que, mejor aún, nos sirve para trabajar con presupuestos pequeños. Trabajar con las editoriales será efectivo siempre y cuando los libros valgan la pena, es decir, hayan sido elegidos con criterios literarios y tomando en cuenta el interés del grupo de alumnos dejando al docente elegir otras obras si así lo cree conveniente.

En el otro caso una editorial conocida ha provocado todo un debate en Chile por haber incluido en los libros de texto, específicamente  de Comunicación para 5.o año de primaria, publicidad de algunas marcas de productos comerciales (celulares, aceite, refrescos, entre otros) como herramientas para desarrollar la comprensión. Describo: en la hoja par se ve el afiche publicitario a todo color de un jugo, en la impar vienen las siguientes preguntas: ¿Cuál de estas cualidades tiene el producto que se anuncia?, opciones para marcar: menos calorías, sin colorantes, con calcio. Otra pregunta: ¿cuál de las cualidades que posee el producto te parece más importante? ¿por qué?… Comprensión lectora un tanto sospechosa, con marketing;  para algunos esta es una propuesta original, que acerca la realidad al niño; para otros, simple publicidad disfrazada de texto escolar. En estas situaciones la presencia clave es la de un docente que sepa acudir a opciones que nazcan de sus propias lecturas y tenga respeto e interés por los alumnos que le toca enseñar antes que por su bolsillo. El gusto lector no se enseña, ni se vende, se contagia.

La libertad textual es necesaria no solo por motivos prácticos o económicos, sino también por motivos de efectividad con lo que propone el plan lector, y es que tal como lo señala el crítico italiano Biagio D’angelo:

«La lectura es un acontecimiento porque se constituye por el doble “encuentro” de mundos en contraste: el lector, que va a la búsqueda de las ambigüedades y de las maravillas del mundo, le esconde, tal vez, con crueldad, su verdadera cara, y los signos de la estética y del arte, que aproximan los deseos del corazón a la respuesta de la vida».

Por tanto, si sólo les damos unas opciones limitadas de mundos posibles a nuestros alumnos en el aula, este acontecimiento siempre será sesgado, limitado a otros intereses menos al de ellos. Esta libertad también obliga al docente a conocer más, porque a más opciones más conocimiento de las propuestas que van llegando a la biblioteca del docente. Por su parte, Teresa Colomer señala que «sin demasiadas programaciones escolares, métodos específicos o ejercicios sistemáticos, los niños que están inmersos en un medio rico literariamente progresan muy rápidamente en el dominio de las diferentes posibilidades de estructurar una narración o el ritmo de unos versos».

A veces, es más fácil que los capacitadores nos den todo masticado, las guías ya elaboradas; pero no deseo que los futuros docentes, al menos los que me toca enseñar, se acostumbren a eso. Libertad sí, pero trabajo también y trabajo responsable.

La tercera y última columna es aquella donde casi todos los sílabos que he revisado están de acuerdo, trabajan en torno a ella y, por cierto, ya es un gran avance. Me refiero al cine y a la televisión. Se hace necesario que los futuros docentes estén familiarizados con el manejo de estos nuevos lenguajes, no por un afán del simple “estar al día”, sino porque si no lo hacemos no podemos ayudar a elegir, criticar o incluso aprovechar los productos audiovisuales que consumen los niños. Es tal como lo dice el dramaturgo Jean Claude Carrière, en diálogo con Umberto Eco, refiriéndose al cine y la televisión: «usted y yo hemos nacido en un siglo que, por primera vez en la historia, ha inventado nuevos lenguajes», lenguajes que van más allá del simple ver y que exige educarse, informarse, criticar.

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